COMISIÓN DE CULTURA ESCUELA PEDRO FIGARI - Organización y planificación de actividades culturales - Montevideo-Uruguay

martes, 12 de julio de 2011


El educador Pedro Figari
Por Nancy Carbajal*
Exposición de la maestra Nancy Carbajal* en el acto de homenaje realizado el 16 de junio en la Universidad del Trabajo con motivo del sesquicentenario del nacimiento de Pedro Figari. En el homenaje también expusieron sobre Fígari, el escultor Ramón Cuadra y la profesora María L. Bettegazzore.
Dice Arturo Ardao que, como Varela para el sector de primaria y Vásquez Acevedo para el de secundaria y la Universidad, Figari fue un fundador más que un reformador y lo ubica en el “grupo escogido de los grandes educadores de América”.
Los homenajes que se le brindan por el sesquicentenario de su nacimiento tienen como centro la valiosa obra que realizó durante su actuación en la Escuela Nacional de Artes y Oficios en la que inauguró una nueva orientación de la educación artístico-industrial a principios del siglo pasado.
Sin embargo es necesario señalar que su contribución a la teoría educacional no se reduce sólo a ese ámbito. Si bien comenzó a elaborar su obra a partir de su interés por la enseñanza industrial y artística, terminó concibiendo una concepción general para toda la educación pública.
SU APORTE A LA PEDAGOGÍA NACIONAL
En los últimos años han aparecido algunos trabajos reconociendo su pensamiento de significación educacional, aunque todavía no ha sido valorado suficientemente desde esta perspectiva y se le sigue relacionando de forma casi exclusiva con la enseñanza técnico-profesional.
En su breve pasaje por la Escuela de Artes y Oficios llevó a la práctica una propuesta de vanguardia con implicancias revolucionarias, no sólo en lo estructural, sino sobretodo en el programa, que atendía a profundas reformas de carácter humanístico.
Dos de sus propuestas revisten particular importancia:
1-EXTENSIÓN DE LA ENSEÑANZA INDUSTRIAL A TODA LA INSTRUCCIÓN PÚBLICA
A comienzos del siglo pasado el sistema educativo estaba -y sigue estando- fuertemente fragmentado en distintos niveles, sin coordinación alguna entre ellos.
La inédita propuesta de Figari chocó con las ideas imperantes en ese momento y después de un siglo, como podemos constatar, el sistema mantiene el diseño institucional en cuanto a la organización de los niveles.
En la práctica sigue pesando la rutina y la idea de que la actividad manual y su vinculación con el trabajo solamente es bueno para los sectores más pobres de la sociedad. El proyecto de Figari proponía que todos los educandos recibieran desde el comienzo de su ingreso a la enseñanza primaria lo que él definía como educación integral, lo que lógicamente implicaba una profunda revisión del sistema.
2-SU CONCEPTO DE EDUCACIÓN INTEGRAL
A la palabra industrial le da una acepción distinta que no la vincula solamente a la enseñanza técnica sino que le asigna un sentido mucho más profundo. A su última obra le cambió el título inicial de “Enseñanza industrial” por el de “Educación integral”, lo que muestra una relación de equivalencia entre los términos.
La educación integral se propone el desarrollo pleno de la personalidad del educando. De una u otra manera todas las propuestas están de acuerdo en este enunciado. El problema surge cuando se quiere implementar para lograrlo en la práctica.
Para Figari esto se logra a través del enfoque industrial en el que es imprescindible la especial atención a la actividad manual articulada equilibradamente con la actividad intelectual. Según sus propias palabras en la escuela se debía integrar y no unilateralizar.
Empezó por formular una severa crítica a los programas intelectualistas y teóricos. La instrucción a base de abstracciones es insuficiente, decía, como toda unilateralización orgánica. Deforma, en vez de modelar al hombre integral.
Por el contrario hay que dar una enseñanza práctica más bien que teórica, utilizar procedimientos experimentales, despertar el espíritu de observación, fomentar la creatividad y la capacidad productiva. Son principios en los que se está de acuerdo y se mencionan en todos los planes.
Es indudable que ambas modalidades no se desarrollan por separado, sino que en general predomina una sobre la otra. El educando estudia, atiende, lee, escribe, calcula: son actividades en las que predomina lo intelectual, pero igual se mueve cuando escribe, cuando dibuja, cuando está frente a la computadora. Cuando realiza actividad manual pegando, modelando, tallando, diseñando objetos, recortando, también está usando su capacidad intelectual.
Ambas modalidades se complementan en la interacción y se potencian. Por eso Figari decía trabajar pensando y pensar trabajando. Rechazaba todo lo que fuera repetición mecánica y memorística de actividades.
No se trata de jugar a trabajar o a hacer manualidades que no tengan nada que ver con las demás actividades curriculares La actividad siempre debe culminar en un producto útil relacionado con las necesidades de uso, de aprendizaje, estéticas.
La propuesta se complica más porque Figari considera que esa articulación debe fundarse en el trabajo productivo: educar por el trabajo y no para el trabajo.
El trabajo productor requiere saber por qué y para qué se produce: “Nada educa y moraliza tanto como el trabajo”. Su propuesta tiene un hondo contenido ético.
Esto tiene que ver con la vocación, temática a la que Figari le otorgaba mucha importancia. A los niños que tienen facilidad para las manualidades, los programas escolares no les facilitan la oportunidad de desarrollarlas.
De esa forma vocaciones que podrían culminar en ocupaciones en las que se desarrollarían habilidades manuales, se frustran, y los individuos terminarán en el contingente de lo que Figari llama el “proletariado intelectual”, es decir aquellos que realizarán trabajos burocráticos.
La diversificación de actividades permite el desarrollo de capacidades que pueden permanecer latentes si no se las estimula. Poder desenvolverse en una actividad vocacional o para la que se tiene más facilidad podrá desembocar en un trabajo que se desempeñará con gusto y no de manera forzada. Esto no sólo es eficaz para la selección vocacional sino que beneficia a la sociedad.
Otra de las preocupaciones de Figari era el carácter de la excesiva división del trabajo, problema que alcanzaría luego difusión a partir del concepto de alienación.
Las ideas pedagógicas de Figari abren un panorama de temas, que esbozados en su obra con un carácter precursor, adquirieron protagonismo posteriormente en las ciencias de la educación.
EXPERIENCIAS QUE INTENTARON APLICAR LA EDUCACIÓN INTEGRAL
Así como la extensión de la educación industrial a todos los niveles de la educación pública es una idea original de Figari e inédita en nuestro país, el concepto de educación integral fue planteada en el sector de primaria desde mediados del siglo XIX.
Se insertaron algunas ideas al respecto en los programas escolares y hubo experiencias realizadas. También en secundaria hubo intentos de aplicación.
Esas realizaciones prácticas no tuvieron continuidad y no es el caso analizarlas aquí. Si cabe señalar, que Figari fue el primero en exponer una elaboración fundamentada e intentar ejecutarla como base para todo el sistema. Sobre este tema nunca hubo intercambio con las otras ramas de la enseñanza.
AJUSTE DE CUENTAS
Esta conmemoración puede dar lugar al necesario debate y al ajuste de cuentas con el pensamiento de Figari y con el tratamiento que históricamente se le dispensó.
Es un buen momento para analizar el valor de sus ideas, su vigencia, su integración en los programas de estudio y su incorporación al corpus de la pedagogía nacional.
Esto nos plantearía el interrogante de las causas por las que sus textos sobre educación, que habían permanecido dispersos en artículos de diarios, en opúsculos y folletos editados por Figari a principios del siglo pasado, permanecieron olvidados hasta 1965 cuando reunidos en un volumen los publicó
la Biblioteca Artigas.
Po
r la firme postura de Figari, disponemos hoy de sus trabajos teóricos y fue el filósofo Arturo Ardao, en la publicación mencionada, quien destacó por primera vez el valor pedagógico de la obra, en el excelente prólogo que precede al conjunto de las obras recogidas en aquel ejemplar.
Afortunadamente Figari era un hombre que polemizaba, escribía y defendía con pasión sus convicciones, las defendía contra viento y marea, como le escribió a su nieto ya casi al final de su vida, recordando todo lo que habría podido hacer en la Escuela de Artes y Oficios y no le permitieron.
Gracias a esa lucha contra viento y marea y a que la encaró también dejando testimonio escrito de sus ideas, es que hoy conocemos sus ideas educacionales. Sin embargo sigue en pie la pregunta sobre las causas por las que todavía no ocupa el sitial que le corresponde en el corpus de la pedagogía nacional.

*Autora junto a María Luisa Battegazzore del libro “Pedro Figari. Tradición y utopía”, Premio Fondos Concursables del MEC, Ed. Psicolibros, 2010.
Fuente:Revista LA ONDA digital